Ser... o no Ser... ¿Algo más que una cuestión?
Es después de pasado más de medio siglo, una pregunta o reflexión trascendental para un mundo intemporal. Si no te paras detenidamente y la meditas en profundidad, pasa por tu vida de manera irrelevante, no parece contener ningún mensaje, que nos haga encoger el corazón en una primera lectura, si no nos ha llegado el momento de salir de nuestro sueño profundo, de nuestra prematura senilidad. De pequeños jugamos con ella, ¡claro que voy a ser quien soy!, pero que tontería, ¿Quien podría ser si no? ¿Cómo nuestros corazones inocentes, puros y sinceros, iban a imaginar, o a ni si quiera sospechar, que el mundo está repleto de lobos con piel de cordero, que están al acecho buscando victimas, seres débiles, presas que devorar? ¿Cómo íbamos a saber, que la siembra, el cultivo paciente de la atención consciente, el ir quitando constantemente las malas hierbas, la sabia decisión de Ser, en lugar de jugar a querer Ser, nos iba a regalar toda una vida? ¿Cuándo empezaremos a utilizar el sentido común, esa semilla pacientemente esperando florecer, desde la raíz de nuestra mágica naturaleza?
Elevemos la mirada y veamos las posibilidades
Nuestra zona de confort, el apego a nuestra posición y vida cómoda, o no tan cómoda pero aceptada, por el miedo a dar el salto a la libertad de elegir ser, por pereza o miedo a lo desconocido, (que paradojicamente nos lleva a conocernos a nosotros mismos de manera sorprendente y definitiva, llevándonos a un nuevo y emocionante punto de partida), por lo incomodo de hacer lo que tenemos que hacer, de hacer lo correcto, de ser responsables, son grandes dificultades, pero no imposibles de superar, es más difícil, doloroso, complicado y fragoso superar nuestra ceguera.
Arthur Waley, a quien se le deben excelentes versiones e interpretaciones de textos orientales, dijo con extremada visión y gran acierto que el estado actual de la Humanidad, es como;
«Ser testigo de un jinete ciego, sobre un caballo ciego, cabalgando hacia el abismo»
Y continua diciendo que la mayor parte de los seres humanos es impotente frente a la minoría que a la angustia existencial básica, agrega día a día, para todos, nuevas cuotas de dolor.
No es que se deba achacar todo el mal a los otros, la codicia, el odio y la ilusión están encerrados en todos los corazones, y es allí donde tiene que empezar la tarea de pacificamiento.
Aceptamos sin más, que es imposible de alcanzar, y consentimos que otros elijan por nosotros, que vivan nuestras vidas. Hemos dejado que capas y capas de información sobre la manera de entender lo que fuimos o lo que nos dijeron que éramos, nuestros mapas, paradigmas e interpretaciones, y lo que somos, la falta de visión de lo que podemos llegar a ser, y nuestras vivencias o las de otros que nos dejaron profunda huella, nos condicionen de manera definitiva, que conformen nuestra personalidad y nuestro carácter, dando una contestación la mayoría de las veces precipitada y apresurada a todas nuestras respuestas y decisiones durante nuestra vida, algunas, enormemente transcendentales, desvirtuando nuestra profunda naturaleza que está en el centro del ser.
Cúmulos y cúmulos de acontecimientos sin nuestra directa-visión-decisión-consciente.
Por que el mundo no es como nostros lo vemos, vivimos en una realidad virtual y límitada, el mundo que vemos, es como somos nosotros.
Reset... Y empieza una nueva vida.
Deberíamos usar el pasado como trampolín y no como sofá.
¿Qué nos está pasando? ¿En qué otra cosa nos hemos convertido, que ya ni nos reconocemos? Con nuestra pobre visión del mundo, que se reduce a nosotros metidos de lleno en nuestros problemas, o en los problemas de otros, algunos reales y la gran mayoría ficticios, inventados o dándoles un sentido desproporcionado, en una idea popularmente aceptada, de que el mundo solo está hecho para unos cuantos que han nacido en familias con influencias y gran poder económico, o que la salvación y la suerte se basan en la cultura del pelotazo, convirtiéndose en punto de referencia esta vulgar y falsa idea en las mentes de los más jóvenes, pensando que esto nos hará desvincularnos de la pobreza, (entendida esta en su más amplio sentido), y salvarnos de una vida mediocre e indiferente, para seguir siendo unos desconocidos para nosotros mismos y para los demás. Así no vamos a llegar muy lejos, más bien a ninguna parte, seremos como un burro dando vueltas a la rueda de un molino, sin desmerecer al burro, o como cuando al burro le ponemos la zanahoria delante para que en su incapacidad de ver el engaño, este ande, sin plantearse él hacia donde, el cómo, él para que.
Si no utilizamos la capacidad que solo el ser humano posee de evolución y superación de sus límites erroneos, para orientarnos hacia el conocimiento de nuestra propia existencia, puliendo el diamante que todos llevamos en nuestro interior, motivándonos en la búsqueda constante de la verdad, viendo nítidamente lo que uno no es, que nos diferencia a los animales de los seres humanos, (aunque esta cuestión sea a veces enormemente complicada), que nos hace ser seres únicos y priviligiados, el gran milagro de la existencia, a ampliar nuestra visión del mundo para convertirse ésta en ilimitada, su estado más natural, de revisar y actualizar nuestros mapas y procesos mentales, y utilizar estrategias para salir de falsas creencias y apariencias, de trampas sutiles, de la implantación de sistemas que ahogan brutalmente la libertad del individuo como activo de la sociedad, pensadas, inventadas y creadas para sumirle en una porfunda ignoracia y desconocimiento de si mísmo y de sus extraordianrias posibilidades convirtiendole en un mutante, enfrentando a unos contra otros por el dogma y la doctrina, tragándonos el sapo dirigido a las masas para alimentar la vanidad y la codicia fragmentando las conciencias, saliendo de espejismos y de trampas impuestas o auto impuestas del mortal engaño, estaremos tan llenos de futilidad que nos sentiremos vacíos, huecos por dentro., o lo que es aún peor, seremos manipulados como títeres sin cabeza a capricho por las mareas de la vida, saliendo de nuestro centro de formación para llevarnos a los extremos de la ignorancia y la desidia.
No debemos olvidar que en el gran viaje hacia nuestro destino, que cada uno de nosotros tenemos que forjarnos y descubrir, y en nuestra libertad para elegir las respuestas a los diferentes estímulos a los que nos veamos sometidos y enfrentados a lo largo de nuestra vida, nosotros somos los únicos y últimos responsables, basta ya de echar la culpa a los demás o a la situación del momento, de nuestro destino que nos forjamos cada día, de nuestra miserable, cobarde e insolidaria conducta.Por que el mundo no es como nostros lo vemos, vivimos en una realidad virtual y límitada, el mundo que vemos, es como somos nosotros.
Como todo ingenuo, confundí el desencanto con la verdad.
Reset... Y empieza una nueva vida.
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